Un nuevo año, un nuevo yo – Soldados heridos en el camino hacia la recuperación.
Este Rosh Hashaná, el teniente I. reflexiona sobre su larga y difícil recuperación tras un ataque de un francotirador que le dejó graves lesiones en la pierna. Meses de rehabilitación, múltiples cirugías y la determinación de caminar hacia el altar en su boda le han permitido recuperar la movilidad y volver a encontrar un sentido de propósito.
Cuando estalló la guerra de Espadas de Hierro, el teniente I., un joven de 21 años de la 7.ª Brigada Blindada de las FDI, acababa de completar su curso de oficiales. Junto con sus compañeros graduados, fue llamado de inmediato al servicio activo. Lo que siguió fueron diez meses de despliegue y combates intensos.
Era una mañana como cualquier otra en el puesto cerca a Jan Yunis. No se planearon operaciones principales. I., como cualquier comandante, preparaba a sus soldados para el día que los esperaba.
Desde más de 400 yardas de distancia, un francotirador disparó un proyectil de francotirador calibre .50. La enorme bala atravesó el muslo derecho de uno de los soldados de I., luego salió y alcanzó a I. en la pierna izquierda, justo debajo de la rodilla.
“Mi primer pensamiento cuando ocurrió fue solo confusión. ¿Acabo de recibir un disparo?” recuerda I. “Mi segundo pensamiento, cuando miré hacia abajo: uf, solo es mi pierna. Luego todo se centró en mis soldados. Estaba en modo operativo total. Soy un oficial, estos son mis soldados, y necesito asegurarme de que estén bien.”
A pesar del dolor, I. estaba consciente y alerta. Mientras sus soldados se apresuraron a ayudar a su camarada, él hizo un torniquete en su propia pierna. Pero el peligro no había acabado. Se escucharon más disparos, lo que lo obligó a arrastrarse detrás de un tanque cercano para cubrirse, donde continuó administrando primeros auxilios a sí mismo.
Después de 45 minutos angustiosos, tanto I. como su soldado fueron evacuados al Hospital Hadassah Ein Kerem en condición crítica.
“Cuando te disparan, tu cuerpo no puede procesarlo. El shock hace que todo tu cuerpo sienta dolor.”
El ataque del francotirador estuvo, al principio, rodeado de confusión. Los soldados no pudieron localizar al tirador e incluso consideraron la posibilidad de fuego amigo, ya que es raro que los operativos de Hamás utilicen armas de tan alto calibre.
Dos días después, la verdad salió a la luz. Hamás había filmado el ataque y lo difundió como un video de propaganda, afirmando falsamente que habían matado a dos soldados israelíes. La unidad de I. vio el video y reconoció de inmediato la escena. Lo que las imágenes no mostraban era la verdad: Hamás fracasó, y ambos hombres sobrevivieron.
Las lesiones de I. fueron extensas. Una cirugía de emergencia de dos horas salvó su pierna. ‘Fue un milagro. Una pulgada más arriba y habría perdido la pierna por completo.’
Pasó los siguientes cinco meses como paciente interno, confinado a una silla de ruedas. ‘Al principio, ni siquiera podía bajar la pierna del ángulo de 90 grados en que estaba sostenida. El dolor era demasiado.’
La recuperación fue agotadora. Siguieron múltiples cirugías: la primera para extraer la bala y estabilizar la pierna; la segunda y tercera para tratar una infección ósea persistente; y la cuarta para finalmente eliminar la infección restante y atender el dolor nervioso.
Los retrocesos fueron frecuentes. Antes de la tercera cirugía, I. había comenzado a apoyar nuevamente peso sobre su pierna y avanzar en la caminata, pero cuando los médicos descubrieron que la infección todavía estaba presente y tuvieron que realizar otra cirugía, le dijeron que eso lo retrasaría varios meses en su rehabilitación.
“Eso fue realmente difícil. Había trabajado tanto para llegar a esa etapa de casi poder caminar.”
I. ha estado en rehabilitación diaria durante casi un año. Ya no tiene sensibilidad en la mayor parte de su pierna. I. se sometió a lo que, con suerte, será su cirugía final. Se espera que sea dado de alta de la rehabilitación a fin de mes, aunque mantiene un optimismo cauteloso.
“Con estas lesiones, aprendes a no confiar en que realmente sea la última vez. Esperas, pero nunca se sabe.”
I. aprendió a establecer metas para motivarse durante su rehabilitación. Una de ellas era poder caminar hacia el altar en su boda. Resultó herido apenas tres meses antes de la fecha prevista, y se vio obligado a posponer tras el ataque.
“La boda se convirtió en mi misión. Necesitaba poder caminar hacia mi esposa bajo la jupá. Eso me mantuvo en pie.” La pareja esperó hasta que él pudiera caminar por el pasillo y bailar con su novia. Y lo logró.
También encontró fuerza en su comunidad, conectando con otros soldados heridos. Formaron un vínculo muy cercano, a menudo usando el humor negro para sobrellevar la situación. “Nos reímos unos de otros. A uno le falta una pierna, a otro le falta un brazo. Es oscuro, pero al final son solo bromas. Nos levantamos unos a otros.”
"Esta guerra ha sido un punto de inflexión para los soldados en rehabilitación,” dice I. “Soldados que lucharon en guerras hace décadas han comenzado a hablar sobre su TEPT y sus procesos de rehabilitación; hoy se nos reconoce cada vez más, lo cual es muy importante.”
También se ha sentido inspirado a ayudar a otros, planeando convertirse en psicólogo clínico para apoyar a tantas personas con TEPT como pueda. "Siempre lo había pensado, pero después de mi experiencia, me aseguró que esto es lo que necesito hacer.”
“Casi siempre se habla de quienes caen, y claro, eso es vital. Pero hay el doble de soldados que resultan heridos, física y emocionalmente, y ellos también importan. Compartir mi historia me ayuda a procesarla y a crear conciencia.”
Todavía vive con dolor. Pero tiene esperanza. Antes de su lesión, I. había estado escalando durante dos años y entrenando artes marciales durante diez años. “Todavía no puedo correr, saltar ni caminar muy lejos. Me duele las 24 horas del día. Pero tengo esperanza de volver a hacerlo.”
En vispera de Rosh Hashaná, el Año Nuevo judío, I. se muestra reflexivo. “Estoy simplemente agradecido de estar vivo este año. Lamentablemente, eso no es algo seguro para todos en estos tiempos.”
Menciona un mensaje importante que ha descubierto este año. “He aprendido a aceptar lo que venga. Al principio me dijeron que solo me tomaría seis meses recuperarme, y aquí estoy, más de un año después y todavía esperando otra cirugía, así que no se pueden tener demasiadas expectativas.”
“Pero está bien, es parte de la recuperación. Hay que encontrar lo bueno en estas situaciones, encontrar formas de sacarles provecho. Hago charlas y creó conciencia sobre algo que me apasiona, y no habría tenido el privilegio de hacerlo si no estuviera en esta situación específica ahora.”
Sus resoluciones son simples, pero poderosas: “Tener un mayor impacto, crear más conciencia sobre nosotros los israelíes en esta guerra.” También piensa en lo lejos que ha llegado y en cuánto le queda por recorrer.
“A mí mismo el Rosh Hashaná pasado, me diría: aguanta, todo va a estar bien. A mí mismo el próximo Rosh Hashaná, quiero decir: recuerda lo mal que te sentías, y lo bien que estás ahora. Siempre ten eso presente: te recordará mantener el optimismo y seguir adelante.”
Para el teniente I., sobrevivir no se trata solo de mantenerse vivo, sino de encontrar un propósito, mantenerse conectado y levantar a otros en el camino. Planea regresar al servicio de reserva cuando pueda, diciendo que fue ‘lo suficientemente afortunado de servir durante un tiempo tan significativo.