“Con orgullo de ser parte” a 47 años de la Guerra de los Seis Días

05.06.13
el equipo editorial de la FDI

Publicado en: 5 de junio, 2013

Hace 47 años, nuestros soldados dejaron sus casas y familias para defender al país en la Guerra de los Seis Días en la que 5 Ejércitos amenazaban con destruir Israel. Hoy, Zalmen Irijimovich nos cuenta su vivencia personal en la guerra, un joven argentino que se marchó de su país por su profundo amor a Israel y por sus ganas de proteger nuestra tierra.

Zalmen nació en una pequeña ciudad en Entre Rios, Argentina. "Desde pequeño", confiesa, "he sido muy travieso, inquieto y picarón". Con tan solo 12 años, su familia lo mandó a la gran ciudad de Buenos Aires a seguir sus estudios en un colegio judío, sin saber que al llegar allí, el rumbo de la vida de su hijo cambiaría para siempre: el joven provinciano se encontró en la escuela con profesores llenos de sionismo que llegaron a Argentina con el deseo de enseñarle a los jóvenes de la diáspora la importancia de apoyar y vivir en Israel. De a poco, sus objetivos se fueron cumpliendo, el amor y la admiración por esa hermosa y pequeña tierra fue creciendo en cada uno de ellos. Zalmen empezó a formar parte de numerosos grupos de jóvenes sionistas con intenciones de llegar a Israel, entre ellos, Bnei Akiva, Ijud Habonim, la Merjav: “Yo buscaba algo neutral, no me interesaba ser de izquierda, o de derecha. Mi única meta era llegar a Israel”, asegura.

Paralelamente, la familia de Zalmen, no estaba contenta con sus ideas de sionistas e intenciones de llegar a Israel, pero de todas formas, él nunca abandonó sus ideales y siguió siendo parte de estos movimientos que tanto lo motivaban y le llenaban el corazón. “Yo sólo tenía 21 años, y necesitaba permiso de mis padres para salir del país. Ellos no acordaban conmigo y no querían darme ese permiso. Sabía que la única forma era casarme, así que le propuse matrimonio a mi novia y después de una linda luna de miel, viajamos juntos”. Con sus 19 y 21 años, dos jóvenes llenos de sueños y motivaciones, sin dudarlo, embarcaron 21 días a la soñada tierra de Israel.

Finalmente, tras un largo pero alegre viaje, como ambos recuerdan, en 1963 llegaron al Kibutz Mefalsim en el sur de Israel. “Adaptarnos al kibutz no fue fácil, así que después de unos pocos meses, decidimos mudarnos a la ciudad. El idioma para nosotros no fue un problema, sabíamos por la escuela”.

Seis meses después de su llegada, Zalmen se enroló a las FDI en el "batallón 54" del cuerpo de infantería. Nos cuenta que en aquella época llamaban a los soldados tres meses en invierno y tres meses en verano, y recuerda cómo se las ingeniaron con su grupo amigos argentinos - que llegaron juntos a Israel - para poder estar en el mismo batallón.

En 1967, 45 días antes de que estalle la guerra, Zalmen fue llamado por el Ejército como reservista. Dejó a su esposa y a sus dos hijos pequeños y salió hacia el “Kibutz Gvulot” ubicado sobre la frontera con la franja de Gaza, para reunirse con el resto del batallón y esperar las órdenes de los comandantes. “Estábamos a la expectativa de lo que estaba pasando, nada de lo que iba a pasar estaba claro. Pero en el momento que sube Moshe Dayan como ministro de defensa, supimos que íbamos a salir al combate. Era un hombre decidido”.

Fue así, que el 4 de junio, trasladan a su batallón a Kfar Aza, un kibutz a muy próximo a Gaza. “No puedo olvidar la cantidad de cohetes que caían esa noche. Salíamos a mirar lo que pasaba, a ver si podíamos hacer algo. Recuerdo que uno de ellos, cayó sobre un gallinero y no quedó nada de las gallinas. Automáticamente corrimos al corral para dejar a las vacas libres antes que las mate un cohete”.

Esa madrugada del 5 de Junio, estalló la guerra. Zalmen junto a sus compañeros de batallón comenzaron a avanzar hacia Gaza, pero esta vez, la suerte no acompañó a nuestros jóvenes soldados. Tenían que cruzar por el medio de dos montes rumbo a Gaza y desde allí arriba los enemigos bombardeaban los tanques de nuestros soldados. Esa noche por la cantidad de bajas, tuvieron que retroceder y volvieron al Kibutz. “De 80 hombres que salimos esa madrugada, volvimos en pie sólo 16. No todos fallecieron, pero muchos resultaron heridos. Entre los caídos también se encontraba mi comandante, Falik. Me quedé con él hasta el último momento y le prometí que lo iba a honrar dándole su nombre a uno de mis hijos, y así fue”.

Al regresar esa noche, se les informó que los combates se reanudaría al amanecer y les ordenaron dejar cartas escritas para sus familias en caso de que no regresaran. “Le pedí a mis amigos que cuiden de mi esposa y de mis dos hijos pequeños. [...] Por la noche mientras dormíamos, venían las enfermeras a revisar nuestras identificaciones para ver quién seguía con vida y quién no regresaría a casa para informar a sus familias”.

Por su lado, Marta, la esposa de Zalmen, nos cuenta cómo ella vivió esos momentos. “Cuando veíamos que se acercaba un auto con soldados, todos teníamos miedo de que tocaran nuestra puerta. Ya sabíamos que significaba que alguien ya no volvería. Todo el barrio se paralizaba”. 

Al día siguiente, llegó al kibutz el "batallón 128" y se reagruparon a los 16 soldados en pie del batallón de Zalmen. Esta vez, más preparados al saber a lo que se enfrentaban y donde. "A pesar de todo, estábamos dispuestos a defender nuestra tierra. Teníamos las fuerzas y las ganas de hacerlo". Al ingresar a Gaza por segunda vez, arriba del correo local, se encontraban 6 francotiradores que estaban causando muchas bajas entre nuestros soldados. Rápidamente los comandantes pidieron voluntarios para subir al correo y neutralizar a los enemigos. Zalmen no lo dudó, siempre le gusto ir adelante, y con firmeza lideró a un grupo de 5 soldados que juntos subieron al techo del correo y lograron conquistar el puesto. “Cuando un comandante nos mandaba una orden, nosotros sólo mirábamos la meta. Todo lo que queríamos era llegar hasta el final y cumplir con el deber que nos mandaron”. Él junto a sus hombres, tuvieron la oportunidad de pintar una bandera de Israel con la tinta del correo y alzarla en alto para que nuestros soldados sepan que los estaban protegiendo desde allí. “Conquistar el correo de Gaza fue importante porque es un punto estratégico cerca de las vías del tren, y de esa forma podíamos controlar el traspaso de armas a Gaza”.

Zalmen con la bandera que alzaron en el correo

Después de 60 días, Zalmen volvió a casa. Todos recibían a los soldados con los brazos abiertos. “En esa época no había uniforme formal como hay ahora, usábamos el mismo traje para el combate y para volver a casa”.

VUELTA A LA ARGENTINA:

Tiempo después de la guerra, Zalmen y Marta junto con sus dos pequeños, decidieron volver por un tiempo a Argentina, ya que la mamá de él estaba muy enferma. Se instalaron en Tucumán, una provincia al norte de Argentina. Al poco tiempo de su llegada al país, nace el tercer hijo de la familia, y tiempo más tarde tuvieron a su cuarto hijo quien recibió su nombre en honor al mefaked de su padre.

Tanto Marta como Zalmen, no sólo les inculcaron a sus hijos el amor por Israel, sino que también, Zalmen se ocupó todo el tiempo que estuvo en la Argentina de enseñarle a los niños de la Escuela Integral de Tucumán qué es Israel, cuáles son las costumbres y la cultura. Siempre se sintió muy responsable de enseñar y transmitir al resto el amor por nuestro país, como si fuese una especie de legado que le han dejado sus antiguos profesores de secundaria.

A medida que fueron creciendo, uno a uno los hijos de la familia Irijimovich fueron llegando a Israel. Ya sea por estudios, por trabajo o por seguir a sus hermanos, los cuatro hijos de la familia decidieron que sus vidas querían formarlas en Israel.

“A pesar de todo el amor que le tengo a esta tierra [Israel], me costó mucho despedirme de Tucumán. Teníamos una tienda que vendía ropa para el colegio, y yo le decía a mi esposa: ´La temporada que viene nos vamos, ahora no puedo dejar a los chicos´. Pero las temporadas pasaban y utilizaba siempre la misma excusa. Un día llegué a casa y estaba todo empacado, ‘Nos vamos' dijo Marta, 'es septiembre, ya no tenés excusa’” recuerda con risa.

Hoy en día es abuelo de 11 nietos. Su nieto más grande terminó su servicio en el Ejército hace un año, mientras que el segundo en pocas semanas se libera después de 3 años, y en un mes el tercero se enrolará. “Yo siempre hablo con mis nietos y les cuento mi historia. Siempre les aconsejo: ‘luchen hasta llegar a sus metas’, y por supuesto yo siempre los apoyo en lo que decidan”. “Para mí es un orgullo verlos con uniforme”.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Zalmen y Marta con sus nietos

A futuro, Zalmen sueña con el día que llegue su jubilación y se dedique a  dar pláticas y conferencias para jóvenes que no se deciden a venir a vivir a Israel. Asegura que el futuro de los jóvenes es mejor en Israel, que si bien no es un país fácil, es el país donde tenemos que estar y al cual tenemos que defender. “Si no lo defendemos, no tenemos nada, en ninguna parte del mundo”.